Luego de haberme pasado un par de horas en el hospital, conciliado el sueño y vuelto a descansar, me levanté raudo a las 9 am, me vestí y partí a la oficina, con las ojeras más oscuras que de costumbre y con una nueva historia que contar.
Hasta el miércoles pasado mi vida se venía remeciendo lenta y cadenciosamente, como una serie de temblores prontos a desencadenar un terremoto.
El divorcio de mis padres ha desencadenado en mi una serie de sensaciones difíciles de describir, me ha tomado más grande, más crecido, pero me ha golpeado igual. La gran diferencia con la ruptura de mis padres de hace 9 años atrás es que en ésa época comezaba a terminar mis estudios, no existía ley de divorcio, Chile seguía creciendo al 7% anual, estábamos en el segundo gobierno del PPD con Eduardo Frei viajando con la Martita y las niñitas a todo aquel lugar en el que existiera una pista de aterrizaje, una época en que nadie vislumbraba aún la crisis asiática, en que la gente comenzaba a ser alertada del virus del año 2000, un mundo que susurraba al oído el peligro inminente del lanzamiento de un misil nuclear por culpa del nuevo milenio, una época en que me daban mesada y por mi cabeza aún no cruzaba la idea de ni siquiera tener que vivir casado, fuera de casa, haciéndome cargo de mi vida ni de la de aquellos que me rodeaban.
Así las cosas, hoy ya llevo casado casi 6 años, llevo trabajando con mi amigo Gabriel 7 años, tengo dos lindos hijos y una señora alucinante, hice un máster en Inglaterra y aprendí a enfrentar el mundo de un modo que jamás vislumbré, tengo amigos en muchas partes del mundo, tengo mucho que hacer pero poco tiempo.
Pero bueno, como les iba contando, con la muerte del papá de mi amigo Fernando vi como me pasaba la cuenta mis últimas semanas con mi padre, y así las cosas, me detuve a pensar cómo me estaba comportando con él y con mi madre, cómo los estaba tratando y cómo me estaba haciendo cargo de mi relación con cada uno de ellos.
Mi padre es un hombre locuaz, carismático, llevado de sus ideas, para algunos un maestro, para otros un enigma, para muchos un loco, pero para mi es mi padre, y así las cosas, cuando iba camino a tomar la micro agarré el teléfono y lo llamé:
- ¿papá?
- Iñaki querido
- ¿cómo estás?
- Bien, ¿y tú?
- Bien también.
- ¿qué necesitas?
- Nada, tan solo saber cómo estás.
- Bien, mucho mejor, pero ¿necesitas algo?
- No papá, tan solo contarte que en la madrugada se murió el papá de Fernando y tuve la suerte de acompañarlo y pegarme con un palo en la cabeza que necesitaba saber cómo estás y decirte que te quiero mucho.
- Ahhhh - silencio- qué triste.
- Sí que fue triste, porque fue inesperado, pero ...
- Así es la vida no más.
- Es verdad, así es la vida papá. En fin, solo te llamaba para saber cómo estabas y decirte que la muerte del papá de Fernando me tiró las orejas y me hizo reaccionar.
- Qué bueno que me llames para esto.
- Ya papá, un beso grande, te quiero mucho.
- Yo también te quiero.
- Hablamos papá.
- Ya Iñaki, besos para ti.
¿Dónde estaba el epicentro de este terremoto? ¿qué escala le aplico: la de richter o la mercalli? No lo sé, no soy terremotólogo, pero sí sé que Dios actúa en formas misteriosas, y una vez más me ha puesto en el camino para reecontrarme con mis padres.
lunes, 30 de abril de 2007
Las locuras del mundo
Mi hermano vive en Bali, una isla ubicada debajo de la isla de Java, hoy conocida como Indonesia. Viven 12 horas más adelante de nosotros, el clima es subtropical, todos los balineses son de piel morena y dientes muy blancos, se les llama y trata por su lugar en la familia y no por su nombre de pila.
Mi hermano Juan se fue a Bali contratado para montar un pequeño reinado de venta de licores y cervezas y vinos y todo lo que se pueda asociar al arte del beber, y a su haber existen muchos funcionarios balineses, linda gente que de inglés saben menos que tarzán pero que con un solo gesto son capaces de entender cómo funciona el cosmos.
Hoy es 1 de mayo, se celebra el día del trabajo, aunque más bien se trata de una celebración por la muerte de un grupo de trabajadores en la ciudad de Chicago (nota: quizás por eso en Chile nos guste celebrar las derrotas en vez de los triunfos, e.g., el 21 de mayo, la batalla de la concepción, el 11 de septiembre).
Mi hermano Juan vive en un mundo que incluso ha olvidado esta sacrosanta celebración de occidente, y chateando con él me lo he encontrado en su oficina, bebiendo té y matando el hambre con trabajo, sí, con trabajo, no le han dado descanso.
Mi hermano no es balinés, mi hermano es occidental, su empresa es de un occidental, venden productos occidentales, usan autos del gusto de los occidentales, compra en supermercados para occidentales o ex-pat (ex patriados), su señora es occidental, su hija es occidental, ergo, todo lo de él es occidental, pero vive en un país de locos, mezcla de musulmán y muchas otras cosas, una locura en este mundo civilizado.
No obstante que en su actual país de residencia no se celebre esta fecha, tiene el gran beneficio y placer de celebrar 40 días al año de fiestas religiosas (lean su columna al respecto en www.warungbali.blogspot.com) y al momento de firmar su contrato debió optar por una religión. En fin, en un día tan importante como este, el que ha sido capaz incluso de derrotar el capitalismo asérrimo impuesto en nuestro Chile querido desde el año 1973, en Bali no existe, y quizás eso demuestre cuán loco es este mundo, cuando larga y redonda es la vuelta que debemos dar para poder tener una breve idea de lo que se teje por doquier, quizás sea esta la lección, la mejor lección de este 1 de Mayo, un merecido tributo al trabajo y al esfuerzo, al sacrificio y la lealtad, a la dedicación y la abdicación por un fin superior, al hombre y su entorno.
Mi hermano Juan se fue a Bali contratado para montar un pequeño reinado de venta de licores y cervezas y vinos y todo lo que se pueda asociar al arte del beber, y a su haber existen muchos funcionarios balineses, linda gente que de inglés saben menos que tarzán pero que con un solo gesto son capaces de entender cómo funciona el cosmos.
Hoy es 1 de mayo, se celebra el día del trabajo, aunque más bien se trata de una celebración por la muerte de un grupo de trabajadores en la ciudad de Chicago (nota: quizás por eso en Chile nos guste celebrar las derrotas en vez de los triunfos, e.g., el 21 de mayo, la batalla de la concepción, el 11 de septiembre).
Mi hermano Juan vive en un mundo que incluso ha olvidado esta sacrosanta celebración de occidente, y chateando con él me lo he encontrado en su oficina, bebiendo té y matando el hambre con trabajo, sí, con trabajo, no le han dado descanso.
Mi hermano no es balinés, mi hermano es occidental, su empresa es de un occidental, venden productos occidentales, usan autos del gusto de los occidentales, compra en supermercados para occidentales o ex-pat (ex patriados), su señora es occidental, su hija es occidental, ergo, todo lo de él es occidental, pero vive en un país de locos, mezcla de musulmán y muchas otras cosas, una locura en este mundo civilizado.
No obstante que en su actual país de residencia no se celebre esta fecha, tiene el gran beneficio y placer de celebrar 40 días al año de fiestas religiosas (lean su columna al respecto en www.warungbali.blogspot.com) y al momento de firmar su contrato debió optar por una religión. En fin, en un día tan importante como este, el que ha sido capaz incluso de derrotar el capitalismo asérrimo impuesto en nuestro Chile querido desde el año 1973, en Bali no existe, y quizás eso demuestre cuán loco es este mundo, cuando larga y redonda es la vuelta que debemos dar para poder tener una breve idea de lo que se teje por doquier, quizás sea esta la lección, la mejor lección de este 1 de Mayo, un merecido tributo al trabajo y al esfuerzo, al sacrificio y la lealtad, a la dedicación y la abdicación por un fin superior, al hombre y su entorno.
AFORISMO
No hagas las cosas sin tiempo, pues el tiempo se venga de ellas ......
¿pero qué pasa cuando te piden que algo fue para ayer?
¿qué pasa si se trata de una emergencia?
¿qué pasa si te pillan descuidado?
¿qué pasa si te exigen decir si o no, sin pensarlo?
¿qué pasa con aquellas personas temerarias?
¿qué sería de los desafiantes y de los locos furiosos?
El aforismo debería decir:
Da lo mismo que hagas las cosas con tiempo, siempre habrá un ser humano que hará que de todos modos el tiempo se vengue de ti ...
¿pero qué pasa cuando te piden que algo fue para ayer?
¿qué pasa si se trata de una emergencia?
¿qué pasa si te pillan descuidado?
¿qué pasa si te exigen decir si o no, sin pensarlo?
¿qué pasa con aquellas personas temerarias?
¿qué sería de los desafiantes y de los locos furiosos?
El aforismo debería decir:
Da lo mismo que hagas las cosas con tiempo, siempre habrá un ser humano que hará que de todos modos el tiempo se vengue de ti ...
Aquellos malos dias
Hoy es de aquellos dias en los que las cosas no resultan, en que mando un mail con un adjunto re importante y para mi desgracia este no me guardó los cambios y salió equivocado, o que cuando llegué por la mañana al paradero se me pasaron dos micros y de ahí a esperar 20 minutos para que pasara la otra, o que al negociar el cierre de una compraventa me tocó una abogada hija del comprador que no entiende nada y que lo único que ha hecho ha sido joder y joder, hasta el cansancio, sin darme tregua, sin ubicarse, sin ayudar.
Son aquellos malos dias que recién empiezan, que hasta ahora no deparan nada bueno, que me agotan al pensar que más problemas ocurrirán y que el descanso del fin de semana no sirvió de nada.
Por la cresta, dan ganas de salir corriendo, de desentenderse, de encerrarse en la casa, apagar y descolgar teléfonos, hacerse un buen café, aprovisionarse de cigarros y un cenicero y echarse a leer, que nadie interrumpa, que el silencio solo sea perturbado por una agradable música.
En fin, mi mujer ya me decía anoche que hoy no debería haber venido a trabajar - maldita la hora en que no le hice caso, al menos me hubiera ganado 2 días de descanso.
Son aquellos malos dias que recién empiezan, que hasta ahora no deparan nada bueno, que me agotan al pensar que más problemas ocurrirán y que el descanso del fin de semana no sirvió de nada.
Por la cresta, dan ganas de salir corriendo, de desentenderse, de encerrarse en la casa, apagar y descolgar teléfonos, hacerse un buen café, aprovisionarse de cigarros y un cenicero y echarse a leer, que nadie interrumpa, que el silencio solo sea perturbado por una agradable música.
En fin, mi mujer ya me decía anoche que hoy no debería haber venido a trabajar - maldita la hora en que no le hice caso, al menos me hubiera ganado 2 días de descanso.
sábado, 28 de abril de 2007
las cajas del Transantiago
Ayer fue viernes, todo había acabado para mi, la semana había sido intensa y larga, tenía que llegar a comprar un regalo y luego a la casa antes de las 8 pm. Me acuerdo que mi tarjeta de transporte o multivia está con crédto insuficiente, voy a la estación de metro más cercana, bajo las escaleras y me enfrento a la multitud de las cajas.
5 filas, de 10 personas cada una, nadie habla, nadie se mira, nadie reclama, "mansas ovejas camino al tren que las llevará a sus casas", me repito una y otra vez, como si fuera el lobo feróz.
Miro a mi alrededor, como autómatas los usuarios van ocupando su terreno, no saludan a la cajera, ella no los saludo a ellos tampoco, tiran la tarjeta y la plata por debajo de la ventanilla, la funcionaria carga la tarjeta, les imprime el comprobante, les devuelve todas las cosas a los usuarios. Ellos no dan las gracias ni se despiden, ella tampoco.
"Yo voy a hacer la diferencia" me digo a mi mismo. "¡Ya verán cómo se debe tratar al personal que les cobra y recibe el dinero!, ¡tropa de despiadados consumidores de transporte, gente exigente y tacaña y mal educada!"
- "Buenas tardes" digo con una gran sonrisa
- Silencio y seriedad absoluta al otro lado
- "Buenas tardes", repito, esta vez con una gran sonrisa.
- Nada al otro lado del vidrio.
- "Póngale 10 lucas", entrego la tarjeta y el billete azul
- Silencio al otro lado del vidrio. Solo mi billete genera algo de movimiento en los ojos de la cajera, lo toma y lo pone a la luz para revisarlo. "Es de verdad, totona", me digo. Lo deja sobre el mesón y cursa la operación. Mi tarjeta marca 10.280 pesos.
- "Muchas gracias" le digo a la cajera.
- Silencio nuevamente.
Me doy media vuelta y me largo del lugar, y pienso: dado que hay que hacer filas para pagar y eperar un buen par de minutos para que nos atiendan, deberíamos montar una campaña de educación de modales, con música y mensajes subliminales que te digan "sonríe, saluda, da las gracias, despídete", como un ritual; y también deberíamos poner en las ventanillas esos carteles que en ciertos lugares el dueño del mismo te informa: "sonríe, te estamos grabando".
"Cuán agradable serían las colas del Transantiago", me voy pensando mientras la escalera mecánica me devuelve al fragor de la ciudad.
5 filas, de 10 personas cada una, nadie habla, nadie se mira, nadie reclama, "mansas ovejas camino al tren que las llevará a sus casas", me repito una y otra vez, como si fuera el lobo feróz.
Miro a mi alrededor, como autómatas los usuarios van ocupando su terreno, no saludan a la cajera, ella no los saludo a ellos tampoco, tiran la tarjeta y la plata por debajo de la ventanilla, la funcionaria carga la tarjeta, les imprime el comprobante, les devuelve todas las cosas a los usuarios. Ellos no dan las gracias ni se despiden, ella tampoco.
"Yo voy a hacer la diferencia" me digo a mi mismo. "¡Ya verán cómo se debe tratar al personal que les cobra y recibe el dinero!, ¡tropa de despiadados consumidores de transporte, gente exigente y tacaña y mal educada!"
- "Buenas tardes" digo con una gran sonrisa
- Silencio y seriedad absoluta al otro lado
- "Buenas tardes", repito, esta vez con una gran sonrisa.
- Nada al otro lado del vidrio.
- "Póngale 10 lucas", entrego la tarjeta y el billete azul
- Silencio al otro lado del vidrio. Solo mi billete genera algo de movimiento en los ojos de la cajera, lo toma y lo pone a la luz para revisarlo. "Es de verdad, totona", me digo. Lo deja sobre el mesón y cursa la operación. Mi tarjeta marca 10.280 pesos.
- "Muchas gracias" le digo a la cajera.
- Silencio nuevamente.
Me doy media vuelta y me largo del lugar, y pienso: dado que hay que hacer filas para pagar y eperar un buen par de minutos para que nos atiendan, deberíamos montar una campaña de educación de modales, con música y mensajes subliminales que te digan "sonríe, saluda, da las gracias, despídete", como un ritual; y también deberíamos poner en las ventanillas esos carteles que en ciertos lugares el dueño del mismo te informa: "sonríe, te estamos grabando".
"Cuán agradable serían las colas del Transantiago", me voy pensando mientras la escalera mecánica me devuelve al fragor de la ciudad.
1° Episodio: el aviso
Era miércoles, 25 de abril, 3 de la mañana, me reconciliaba con el sueño cuando de pronto escucho a lo lejos un sonido conocido. Me hice el tonto por algunos momentos, me levanté y el sonido paró ("falsa alarma", me dije consolándome, "los llamados a estas horas siempre son presagio de malas noticias" me repito en silencio). Me di la vuelta y comencé a caminar a mi pieza, pero de nuevo, el mismo sonido rompiendo el silencio de la noche.
Llegué al teléfono, supe que era algo malo, lo tomé y al otro lado de la línea estaba Fernando, y me dice "tú que crees en Dios, reza, reza mucho, porque mi papá está en el quirófano, pinta para defícil, con riesgo, reza". Alguna estupidez le dije para tranquilizarlo, me despedí y le colgué. Volví a mi cama y comencé a rezar, pidiendo lo humanamente posible, me di una vuelta en la cama, luego otra, el silencio se rompía al son de la respiración de la lucha. "Todo tranquilo" me dije al abrir los ojos, miro que mi reloj de mesa marcaba las 3.20 am, y volví a la carga con el sueño, "todo tranquilo, duérmete".
Iba cayendo y cayendo en el sopor del sueño perdido cuando suena el teléfono de nuevo, me levanto corriendo, Fernando al otro lado, "todo va mal" me dice, "vente a acompañarme", "voy le respondo". Cuelgo.
Son las 3.40 am. Llego a la clínica, estaciono y comienzo a buscar la entrada. Todo es silencio, está más helado de lo normal, muy helado, una suave brisa se pasea por el lugar. Encuentro una puerta, suena el teléfono, "¿dónde estás?", "abajo", "sube", "¿por dónde?", "mi papá murió", "voy llegando", "apúrate". Llego a la sala de espera de cirugía, 2° piso asecensor ("como en el tango de Gardel" digo), todos lloran con pena profunda, Fernando se apoya en Camilo, luego me ve, me abraza, grita, de su pecho emana un grito ahogado de dolor, como un temblor, sonando desde dentro, rugiendo.
Ya son las 4 am, comienza a llegar la gente, la madre de Fernando llama a su gente para contar lo ocurrido y soltar otra pena profunda, pide ayuda, cuelga, pregunta por este y por el otro, las llamadas salen, más lágrimas, más dolor, más tisteza. Y yo ahí, no conocía a nadie excepto a Fernando, su mujer y su madre, y al difunto Raúl. Fernado desaparece, ¿media hora? no lo sé. Al rato vuelve, cuenta que a su papá lo han llevado a un lugar especial ("el congelador") y que ha estado con él, le ha limpiado y acariciado, besado y llorado. La madre de Fernando se va acompañada por la Carola a buscar ropa, la mejor de todas, aquella con las que Raúl se sentía el hombre más elegante del mundo.
Son las 5 am, todo se va ordenando, uno de los hermanos de Fernando ya viene entrando a Santiago, el otro, en San Francisco USA, a la distancia coordina vuelos y conexiones para poder llegar a tiempo a llorar a su padre, abrazar a su madre y hermanos, acompañar a su papá en el útimo tramo.
5.15 am. La mamá de Fernando ha vuelto con la ropa con que vestirán a Raúl - el traje de mónaco y la guayabera azul, nada de cruces. (Nota: el traje de Mónaco corresponde a la chaqueta negra de maestro de ceremonias que Raúl usaba para organizar las fiestas y veladas nocturnas del Casino de Mónaco en aquellos años en que vivían en el exilio político en la Francia de Mitterand).
Son las 5.30, ha llegado su hermano Rodrigo, se abrazan, se funden unos contra otros, lloran y se quieren, se soportan los unos con los otros, son 4 almas dobladas por el destino de la vida, enfrentando las penas y dolores de la muerte indeseada, defendiéndose de la parca, la pelá, son los Gómez Robira, con sus fortalezas, debilidades, ausencias y dolores.
Raudos se ponen en marcha a vestir a Raúl, les entrego la ropa, los acompaño al pasillo antes que desaparezcan entre las inmensidades de la clínica, les digo adiós, me despido de aquellos que siguen en la sala de espera.
Salgo de la clínica y me encuentro a una amiga de la familia de Fernando, no sé ni su nombre ni de dónde viene, le pongo el hombro mientras llora, está sola, muy sola, triste patea la perra por la pérdida, se pregunta lo que todos nos preguntamos en ocasiones como estas, no hay respuestas, solo silencio y lagrimas que el difunto no puede ni limpiar ni consolar. La dejo, me subo a mi auto, lo encienta y suena en la radio REM, me acompañan en el camino de vuelta a casa como lo han hecho innumerables veces, (Mike Stipe algún día sabrá que en un rincón del mundo alguien lo escucha y le da las gracias por su entrañable y desinteresada compañía y amistad).
Llego a la casa, recjo el diario, entro en silencio, me pongo el pijama y me meto a la cama, la Lucha me abraza y me acurruca, reviso el reloj despertador. Son las 6 am.
Llegué al teléfono, supe que era algo malo, lo tomé y al otro lado de la línea estaba Fernando, y me dice "tú que crees en Dios, reza, reza mucho, porque mi papá está en el quirófano, pinta para defícil, con riesgo, reza". Alguna estupidez le dije para tranquilizarlo, me despedí y le colgué. Volví a mi cama y comencé a rezar, pidiendo lo humanamente posible, me di una vuelta en la cama, luego otra, el silencio se rompía al son de la respiración de la lucha. "Todo tranquilo" me dije al abrir los ojos, miro que mi reloj de mesa marcaba las 3.20 am, y volví a la carga con el sueño, "todo tranquilo, duérmete".
Iba cayendo y cayendo en el sopor del sueño perdido cuando suena el teléfono de nuevo, me levanto corriendo, Fernando al otro lado, "todo va mal" me dice, "vente a acompañarme", "voy le respondo". Cuelgo.
Son las 3.40 am. Llego a la clínica, estaciono y comienzo a buscar la entrada. Todo es silencio, está más helado de lo normal, muy helado, una suave brisa se pasea por el lugar. Encuentro una puerta, suena el teléfono, "¿dónde estás?", "abajo", "sube", "¿por dónde?", "mi papá murió", "voy llegando", "apúrate". Llego a la sala de espera de cirugía, 2° piso asecensor ("como en el tango de Gardel" digo), todos lloran con pena profunda, Fernando se apoya en Camilo, luego me ve, me abraza, grita, de su pecho emana un grito ahogado de dolor, como un temblor, sonando desde dentro, rugiendo.
Ya son las 4 am, comienza a llegar la gente, la madre de Fernando llama a su gente para contar lo ocurrido y soltar otra pena profunda, pide ayuda, cuelga, pregunta por este y por el otro, las llamadas salen, más lágrimas, más dolor, más tisteza. Y yo ahí, no conocía a nadie excepto a Fernando, su mujer y su madre, y al difunto Raúl. Fernado desaparece, ¿media hora? no lo sé. Al rato vuelve, cuenta que a su papá lo han llevado a un lugar especial ("el congelador") y que ha estado con él, le ha limpiado y acariciado, besado y llorado. La madre de Fernando se va acompañada por la Carola a buscar ropa, la mejor de todas, aquella con las que Raúl se sentía el hombre más elegante del mundo.
Son las 5 am, todo se va ordenando, uno de los hermanos de Fernando ya viene entrando a Santiago, el otro, en San Francisco USA, a la distancia coordina vuelos y conexiones para poder llegar a tiempo a llorar a su padre, abrazar a su madre y hermanos, acompañar a su papá en el útimo tramo.
5.15 am. La mamá de Fernando ha vuelto con la ropa con que vestirán a Raúl - el traje de mónaco y la guayabera azul, nada de cruces. (Nota: el traje de Mónaco corresponde a la chaqueta negra de maestro de ceremonias que Raúl usaba para organizar las fiestas y veladas nocturnas del Casino de Mónaco en aquellos años en que vivían en el exilio político en la Francia de Mitterand).
Son las 5.30, ha llegado su hermano Rodrigo, se abrazan, se funden unos contra otros, lloran y se quieren, se soportan los unos con los otros, son 4 almas dobladas por el destino de la vida, enfrentando las penas y dolores de la muerte indeseada, defendiéndose de la parca, la pelá, son los Gómez Robira, con sus fortalezas, debilidades, ausencias y dolores.
Raudos se ponen en marcha a vestir a Raúl, les entrego la ropa, los acompaño al pasillo antes que desaparezcan entre las inmensidades de la clínica, les digo adiós, me despido de aquellos que siguen en la sala de espera.
Salgo de la clínica y me encuentro a una amiga de la familia de Fernando, no sé ni su nombre ni de dónde viene, le pongo el hombro mientras llora, está sola, muy sola, triste patea la perra por la pérdida, se pregunta lo que todos nos preguntamos en ocasiones como estas, no hay respuestas, solo silencio y lagrimas que el difunto no puede ni limpiar ni consolar. La dejo, me subo a mi auto, lo encienta y suena en la radio REM, me acompañan en el camino de vuelta a casa como lo han hecho innumerables veces, (Mike Stipe algún día sabrá que en un rincón del mundo alguien lo escucha y le da las gracias por su entrañable y desinteresada compañía y amistad).
Llego a la casa, recjo el diario, entro en silencio, me pongo el pijama y me meto a la cama, la Lucha me abraza y me acurruca, reviso el reloj despertador. Son las 6 am.
martes, 10 de abril de 2007
HOMENAJE AL FUNDADOR
Recuerdo cuando niño las palabras "aquí ... roma" sonando con una voz cansada y carraspeada desde los parlantes de aquel televisor Sony Trinitron con control remoto de 4 botones de plástico con un tapa metálica.
Aquella frasesita la pronunciaba un respetable informador de noticias - reportero- Pedro Pavlovic, un eslavo alto y feo, de anteojos grandes y cuadrados.
Cada vez que el señor reportero aparecía en la tele, lo hacía para contar alguna novedad o noticia de interés de alguna sede del munidal del 1990 en Italia.
Gracias Pedro.
Aquella frasesita la pronunciaba un respetable informador de noticias - reportero- Pedro Pavlovic, un eslavo alto y feo, de anteojos grandes y cuadrados.
Cada vez que el señor reportero aparecía en la tele, lo hacía para contar alguna novedad o noticia de interés de alguna sede del munidal del 1990 en Italia.
Gracias Pedro.
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