Ayer fue viernes, todo había acabado para mi, la semana había sido intensa y larga, tenía que llegar a comprar un regalo y luego a la casa antes de las 8 pm. Me acuerdo que mi tarjeta de transporte o multivia está con crédto insuficiente, voy a la estación de metro más cercana, bajo las escaleras y me enfrento a la multitud de las cajas.
5 filas, de 10 personas cada una, nadie habla, nadie se mira, nadie reclama, "mansas ovejas camino al tren que las llevará a sus casas", me repito una y otra vez, como si fuera el lobo feróz.
Miro a mi alrededor, como autómatas los usuarios van ocupando su terreno, no saludan a la cajera, ella no los saludo a ellos tampoco, tiran la tarjeta y la plata por debajo de la ventanilla, la funcionaria carga la tarjeta, les imprime el comprobante, les devuelve todas las cosas a los usuarios. Ellos no dan las gracias ni se despiden, ella tampoco.
"Yo voy a hacer la diferencia" me digo a mi mismo. "¡Ya verán cómo se debe tratar al personal que les cobra y recibe el dinero!, ¡tropa de despiadados consumidores de transporte, gente exigente y tacaña y mal educada!"
- "Buenas tardes" digo con una gran sonrisa
- Silencio y seriedad absoluta al otro lado
- "Buenas tardes", repito, esta vez con una gran sonrisa.
- Nada al otro lado del vidrio.
- "Póngale 10 lucas", entrego la tarjeta y el billete azul
- Silencio al otro lado del vidrio. Solo mi billete genera algo de movimiento en los ojos de la cajera, lo toma y lo pone a la luz para revisarlo. "Es de verdad, totona", me digo. Lo deja sobre el mesón y cursa la operación. Mi tarjeta marca 10.280 pesos.
- "Muchas gracias" le digo a la cajera.
- Silencio nuevamente.
Me doy media vuelta y me largo del lugar, y pienso: dado que hay que hacer filas para pagar y eperar un buen par de minutos para que nos atiendan, deberíamos montar una campaña de educación de modales, con música y mensajes subliminales que te digan "sonríe, saluda, da las gracias, despídete", como un ritual; y también deberíamos poner en las ventanillas esos carteles que en ciertos lugares el dueño del mismo te informa: "sonríe, te estamos grabando".
"Cuán agradable serían las colas del Transantiago", me voy pensando mientras la escalera mecánica me devuelve al fragor de la ciudad.
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1 comentario:
qué paz-ciencia debemos tener cada día... será un cuento de nunca acabar?
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